Al cierre del año 2018, las empresas chilenas habían adoptado, en promedio, sólo 36 de las 99 prácticas propuestas en la norma NCG-385 de la CMF. Las empresas que componen el índice IPSA están algo mejor con un promedio de 48 prácticas adoptadas. A primera vista estos resultados se ven muy preocupantes, en especial porque no ha habido mejoras sustantivas en los últimos 4 años. Al analizar los resultados con mayor detalle, se aprecia que no es suficiente explicación que al ser las prácticas de adopción voluntaria las empresas “sub-declaran” para presentar un reporte más conservador.
Tipos de prácticas
Efectivamente, revisando en detalle las 99 prácticas sugeridas por el regulador, es posible diferenciar cuatro grandes grupos:
A) Prácticas que no deberían presentar grandes dificultades para ser adoptadas por las empresas, ya que adaptándolas claramente traería beneficios tanto para las empresas como para los accionistas. Estas prácticas representan aproximadamente la mitad de todas las prácticas contenidas en la norma.
B) Prácticas que las empresas declaran no haber adoptadas aun cuando las cumplen en gran medida, pero no al 100%. Esto se debe al alto grado de exigencia de la norma. Adoptarlas significaría un alto costo para las empresas sin que se vea un beneficio en línea con ese costo. Este grupo representa aproximadamente un 20% de las prácticas.
C) Prácticas que podrían ser adoptadas por las empresas, pero cuya adopción significaría un esfuerzo importante y sin una clara relación costo-beneficio favorable para las empresas. En este grupo están otro 20% de las prácticas.
D) El 10% de las prácticas restantes, son aquellas que se adoptaron de otras jurisdicciones por lo que no concuerdan necesariamente con la cultura empresarial chilena, y consecuentemente las empresas se resisten a adoptarlas.
Análisis
Al separar las respuestas de las empresas en estos cuatro grupos se ve que el promedio de adopción de las prácticas por grupo es consistente con la definición de los grupos:
- Grupo A: 71% para empresas IPSA, y 52% general. Las empresas no deberían tener motivos de fondo para no adoptar estas prácticas. Es decir, actualmente podríamos estar frente a directorios demasiado conservadores. La mayor adopción por parte de las empresas IPSA (en general empresas más grandes) podría deberse a la mayor disponibilidad de recursos.
- Grupo B: 26% para empresas IPSA, y 27% general. Aquí estamos frente a una normativa demasiado exigente que las empresas no pueden adoptar fácilmente. El tamaño de empresa no es un diferenciador en este grupo.
- Grupo C: 37% para empresas IPSA, y 19% general. La mayor adopción de las empresas IPSA por sobre el total de empresas indicaría que aquí también se requiere una importante inversión de recursos.
- Grupo D: 14% para empresas IPSA, y 15% general. Estas prácticas son muy exigentes y desalineadas con la cultura empresarial chilena, por lo que veo difícil que las empresas las adopten en un corto plazo.
Con directorios más comprometidos para mostrar un buen gobierno corporativo (incluso con inversión adicional de recursos), las empresas deberían poder llegar a un porcentaje de adopción general del 60% o 70%. Veo muy difícil que con la actual norma las empresas lleguen mucho más allá de esas cifras.
Conclusión
Aun cuando las altas exigencias de la norma dificultan la adopción de varias prácticas, una adopción del 36% igual debe ser considerado deficiente. Mis estimaciones indican que las empresas no deberían tener grandes dificultades de lograr hasta un 60% o 70%. No veo posible que llegue mucho más allá de esa cifra sin un cambio normativo de por medio.
Nuestro reporte de la NCG-385 lo puede encontrar aquí, y el artículo en el diario El Mercurio aquí.